sábado, 18 de mayo de 2019



Honremos Dignamente a Nuestra Madre Celestial, porque nada podría Agradar más a Su Hijo.

En Su Santidad, en Su Fidelidad, en Su Belleza, Él se encuentra más perfectamente reflejado; en Su Alma como en Su Cuerpo, Él Hizo Su Morada; en Ella, Su Redención Ha Dado Su Fruto más Noble.

Qué correcto es, por tanto, que San Efrén el sirio clame:

«Oh Bendita Señora, Santísima Madre de Dios, Llena de Gracia, Inagotable océano de la íntima Liberalidad Divina y Dones de Dios, después del Señor de todos, la Santísima Trinidad, Eres la Señora de todos; después del Paráclito, Eres el nuevo Consolador de todos; y después del Mediador, ¡Eres la Mediadora ante Tu Hijo para todo el mundo!».
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