"Los cinco minutos de Maria"

"Los cinco minutos de Maria"
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.

viernes, 29 de septiembre de 2017




==UNA FIESTA MARIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO==

30 de Septiembre.

♡Nuestra Señora de Loreto, Groscavallo, Italia♡

Nuestra Señora se apareció a Pietro Garino en 1629, diciéndole que se presente a los sacerdotes del lugar para que los habitantes “tomen muy seriamente la vida cristiana en el pueblo” con el fin de obtener el cese de la peste que estaba en ese momento prevaleciendo en Valsusa.

Las dos imágenes vehículos del milagro, fueron alojadas en relicarios preciosos, y se colocaron inmediatamente en una capilla construida en el sitio de la visión.

Forno Alpi Graie es una fracción de la comuna de Groscavallo (Torino) en el Valle Grande de Lanzo.

Se encuentra en una posición particularmente llamativa en el extremo del valle en la confluencia de la Vallone del Mar y el Valle de Gura.

La ciudad está protegida por un maciso grande justo encima de la ciudad.

HISTORIA DE LA APARICIÓN

El Santuario de Forno Alpi Graie se originó en 1629-30 por la devoción a Nuestra Señora de Rocciamelone, devoción muy viva en la mente de la protagonista, Pietro Garino.

El siglo XVII es un período muy doloroso de la historia del Piamonte, atormentado por constantes guerras libradas por el duque Carlos Manuel de Saboya (1580-1630) contra todos los estados vecinos. La guerra se prolonga junto con otras plagas, que afectan a más impuestos y afectan más los recursos de los pobres de la población, junto con el hambre y la peste.

Los habitantes de los valles del Piamonte llevan la vida habitual de la montaña, por la cual los más pobres hacen la migración estacional de invierno a la ciudad, donde realizan las tareas más serviles y más pesadas. El único consuelo para muchos es la fe cristiana que se practica con fervor.

Un ejemplo de esta fe nos encontramos con el operario Pietro Garino de Giacomo, residente en Turín, pero un nativo de Forno que vuelve cada año en verano.

Movido por su devoción a Nuestra Señora de Rocciamelone fue allí en peregrinación, llegando a la cumbre en la noche del 4 de agosto de 1629, junto con el capitán Guglielmo Milone y Bartolomeo Dagna.

En la capilla ve dos cuadros que representan a la Virgen de Loreto y al Niño y el otro de San Carlo Borromeo.

El sol y el clima habían afectado sus colores. Movido por su piedad, Garino decide llevarlos para restaurarlos de manera adecuada y devolverlos al lugar a principios del próximo año.

En la tarde del 7 de agosto llega a Turín y guarda los dos cuadros en su habitación de Casa Rapelli, situada en el territorio de la parroquia de San Felipe. A principios de septiembre los da al pintor milanés Carlo Antonio Merutto para su restauración.

Al año siguiente, 1630, Piamonte está plagada no sólo por la guerra y la hambruna, sino también por la peste que viene de Lanzichenecchi diócesis de Alemania atravesando la Valtellina.

Garino está preocupado porque el próximo mes de agosto debe recuperar los cuadros, según la promesa.

En agosto, la plaga se ha cobrado muchas víctimas en la zona que debe atravesar para la peregrinación. Por lo tanto espera a tiempos mejores para el cumplimiento de la promesa.

Guarda las pinturas en un cajón cerrado con llave, del que las extrae todos los sábados para llevar a cabo ante ellas sus oraciones de costumbre. Mientras tanto, llegan los últimos días de septiembre.

En la noche del viernes 27 de septiembre, oye una voz fuerte y sonora que lo llama por su nombre. Pensando en una alucinación no hace caso. Pero la voz se escucha de la misma manera a la misma hora en la noche del sábado. Salta de la cama, abre la ventana y espera. Ante él ve sólo el maravilloso espectáculo de un cielo estrellado.

A la noche siguiente, entre el domingo y el lunes, por tercera vez oye la voz. Garino siente un presagio.

En la tarde del lunes 30 de septiembre fue a recoger hojas de fresno para el ganado en una finca ubicada en las pronunciadas laderas de la montaña. El bosque, parte del cual sobrevive hasta nuestros días, es atravesado por una escalera de piedra larga y está lleno de grandes hayas.

En una de estas plantas, Garino ve en la punta del árbol sus dos cuadros unidos como habían sido colocados en los cajones.

Lleno de asombro se arrodilló, se descubrió la cabeza y con las manos juntas oró: “¡Oh Santísima Virgen Santa. San Pedro Apóstol, mi abogado, por favor díganme, quien ha puesto mis cuadros ahí arriba?”. Al instante, los dos cuadros aparecen al pie del árbol.

Lleno de alegría, se los pone bajo su brazo y aún de rodillas, levantando los ojos al cielo, añade: “Virgen Santísima si yo soy digno de pedirte una gracia dime por que estas pinturas han llegado aquí”.

Y de repente una nueva maravilla lo llena de estupor.

Sobre una piedra, entre dos mujeres, está de pie La Santísima Virgen con un velo verde en la cabeza y un largo y resplandeciente vestido de plata con piedras preciosas y joyas desde el cuello hasta el pecho, el rostro vuelto hacia el oeste, con la mano izquierda apoyada en el hombro de una de las mujeres, mientras que la otra mujer con el brazo izquierdo sostiene a la Santísima Virgen, para qué no resbale de la roca empinada en la que descansa.

Atraído por una fuerza irresistible Garino se mueve a los pies de la roca y nota que los pies de la Virgen están desnudos, blancos como la nieve, y con sandalias atadas por cordones.

“Santísima Virgen, eres la Madre de Dios?” suplica temeroso Pedro Garino.

Ella respondió: “Yo soy la Madre de Dios, Reina del cielo y la tierra. Te recomiendo decir al Párroco y a los religiosos, que haga saber a la gente que sean más temerosos de Dios: así podré obtener de mi Divino Hijo que ponga fin a la plaga que ha hecho tantas víctimas y que preserve a las zonas en que todavía están sanos. Ve y no tengas miedo: me aseguraré de que se crea en tus palabras”.

Dicho esto la señora levanta la mano derecha, lo bendijo y desapareció. Garino fuera de sí por la emoción recita la letanía, luego desciende hasta el valle de vuelta a casa con las pinturas.

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