"Los cinco minutos de Maria"

"Los cinco minutos de Maria"
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.

martes, 6 de agosto de 2024


 ==UN MINÚTO CON MARÍA==

6 DE AGOSTO, 2024


"A través de la Virgen María somos divinizados"


San Gregorio Palamas* define la Iglesia como “comunión de deificación”, porque el Bautismo y la Eucaristía forman el Cuerpo de Cristo y contribuyen a la deificación de los fieles que colaboran con la gracia. Así los santos no solo participan de Dios, sino que también lo comunican a los demás.


Vayamos a María: ahora podemos comprender su grandeza y su papel en la gloria.


El cuerpo de María, que no solo acogió en sí al eterno Hijo de Dios, sino que también lo engendró, ¿cómo no iba a ser elevado al cielo? Aquel de donde salió el sol, parece un cielo. Y es sobre esto que el patriarca Jacob exclama: ¡este lugar es venerable, es verdaderamente la morada de Dios y la puerta del cielo! (Génesis 28, 16-17).


María es divinizada porque, en la Anunciación, Dios se manifiesta a María no por mediación del fuego o del viento, como a Moisés y Elías, sino “sin velo”, y la naturaleza divina “imprimió en Ella su forma y su figura”.


En la Iglesia, "comunión de deificación", María nos transmite la vida divina.


Debido a esto, ¡hay aún más comunicación entre Ella y nosotros! María nos diviniza, nos transmite la vida divina: “Ella se interpone entre Dios y la humanidad, hizo a Dios hijo del hombre y a los hombres hijos de Dios, hizo de la tierra un cielo y divinizó nuestro mundo”. Ella es altísima, reina de toda creación visible e invisible (G. Palamas, homilía 37, 3).


Como en una cascada de luz o en una cadena de gracia, María es la “administradora” de las riquezas de Dios porque: «Solo por Ella Cristo permaneció entre nosotros y se hizo visible en la tierra y vivió entre los hombres. Así y sin cesar, sin Ella no se puede dar ningún progreso en la luz divina, ninguna revelación de los misterios divinos, ninguna visión de los dones espirituales» (G. Palamas, homilía 37.8).


Para san Gregorio Palamas, es ley eterna en los cielos que los inferiores, a través de los mayores, se hagan partícipes de aquel que está sentado en los cielos y, como la Virgen es incomparablemente mayor que todos, es por Ella que participaremos de la vida de Dios (G. Palamas, homilía 37.8).

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