María reina desde el cielo.
Reina con su corazón de madre.
Reina con sus manos abiertas desde la humildad de esclava.
Reina para comunicarnos las gracias de las que está llena y colmada.
Reina para derramar la gracia de Dios por medio de su humanidad.
Reina para fortalecer nuestra vida frágil y quebradiza.
Reina para dar realce a los sacramentos, regalo de la Iglesia para nuestra vida interior. Reina para repartirnos los frutos de la redención.
Reina para hacer más fuerte nuestra vida de fe. Reina para que abramos nuestro ser en la oración.
Reina para reinar en nuestro corazón, para que no tengamos miedo jamás de acudir a Ella, acogerla en lo profundo de nuestro ser y que pueda convertirse en fuente de gracia, de amor, de confianza y de misericordia. ¡Santísima Virgen, Reina del Cielo, vive en mi!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario