==UN MINÚTO CON MARÍA==
1 DE JUNIO, 2023
"La larga historia de la Virgen María en Francia"
Desde los primeros siglos, la Virgen María fue honrada en Francia. ¡A mediados del primer siglo de nuestra era, en Longpont como en Chartres, la gente ya rezaba a la “Virgen que ha de dar a luz” incluso antes de conocer a Cristo!(1) Muy a menudo también María expresó su solicitud durante la accidentada historia de este país. En cada región, las capillas, las basílicas, las catedrales dan testimonio de las respuestas que Ella dio a las innumerables oraciones que se le ofrecían a su Hijo. Esto es lo que el Papa Pío XI escribió sobre este tema en 1922 en su magnífica carta Galliam Ecclesiae filiam:
«Es cierto, según un antiguo adagio, que el reino de Francia fue llamado el “reino de María”, y con razón. Ya que desde los primeros siglos de la Iglesia hasta nuestros días, Ireneo y Eucro de Lyon, Hilario de Poitiers, Anselmo, que de Francia pasó a Inglaterra como arzobispo, Bernardo de Claraval, Francisco de Sales y otros muchos santos doctores celebraron a María y ayudaron a promover y ampliar en toda Francia el culto a la Virgen Madre de Dios. En París, en la famosísima Universidad de la Sorbona, está históricamente comprobado que ya en el siglo XIII se proclamó a la Virgen concebida sin pecado.
La inmensa afluencia de fieles venidos de lejos cada año, como también en nuestro tiempo, a los santuarios de María, muestra claramente lo que la piedad puede hacer en el pueblo hacia la Madre de Dios, y varias veces al año la basílica de Lourdes, tan vasta sea lo que sea, parece incapaz de contener a las innumerables multitudes de peregrinos.
La Virgen Madre en persona, tesorera ante Dios de todas las gracias, parecía, por repetidas apariciones, aprobar y confirmar la devoción del pueblo francés. Además, las autoridades y líderes de la nación se han enorgullecieron durante mucho tiempo de afirmar y defender esta devoción a la Virgen. Convertido a la verdadera fe de Cristo, Clodoveo se apresuró, sobre las ruinas de un templo druídico, a poner los cimientos de la iglesia de Nuestra Señora de París, que completó su hijo Childeberto.
Finalmente, Luis XIII consagra el reino de Francia a María y ordena que cada año, en la fiesta de la Asunción de la Virgen, se celebren funciones solemnes en todas las diócesis de Francia; y estas pompas solemnes, sabemos que siguen realizándose todos los años.»
Papa Pío XI.
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