¡Quiero amarte Señor!
¡Quiero sentirte, Niño Jesús!
¡Quiero abrazarte con el mismo mimo que tu Madre, la Virgen María!
¡Quiero arroparte con telas dignas que cubran tu desnudez divina y oculten la desnudez de mi alma humana, Niño Dios!
¡Quiero, Señor, deshacerme de esos pañales ásperos y sucios producto de mi miseria y mi pequeñez y arroparte con trapos de hilo que cubran también mi alma sedienta de Ti!
¡Que nazcas de nuevo en mi vida, Niño Dios, y que en el pesebre de mi interior se renueve mi pobreza espiritual, mis infidelidades hacia ti y mis amores tantas veces egoístas e interesados!
¡Te quiero, Cristo Niño, porque contigo hoy en mi corazón veré la vida con optimismo, confianza, esperanza y alegría!
¡Renueva y transforma mi alma, Niño Jesús, para que pueda caminar siempre a la luz de Dios! ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz un corazón semejante al tuyo!
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