“Para que a una mujer se le pueda llamar verdaderamente madre, es necesario que dé a su descendencia, una naturaleza semejante a la suya. Nuestra Señora no es llamada Madre de Dios en el sentido en que hubiese engendrado a la divinidad, y sí en el sentido en que engendró según la humanidad, a la divina persona del Verbo (es decir de Jesucristo)… Concilio de Éfeso en 431” 3.
El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
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