"Los cinco minutos de Maria"

"Los cinco minutos de Maria"
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.

miércoles, 13 de abril de 2022


 ==CON MARÍA.......EL JUEVES SANTO==


“María y la Ultima Cena”


 En esta noche santa, noche de adoración silenciosa del misterio, queremos frente al Dios hecho Pan, orar una hora con María. Que ella, Madre de Dios y Madre nuestra, Madre del pueblo, guíe nuestra oración, disponga nuestro corazón y nos introduzca en la contemplación del amor eterno simbolizado en la entrega de Jesús.


“¿DÓNDE ESTABAS, MARÍA?”


¿Dónde estabas, María, aquella tarde,

cuando Jesús quería, con sus amigos,

por vez postrera , comer la Cena, Cena de Pascua?

Cierto es que estabas, romera y peregrina, cerca del Templo, ¿como buena judía?, ¿o como la madre buena, que intuyendo el peligro, buscabas afanosa, como hacía muchos años, al pequeño perdido?

Dinos, María,

¿verdad que tú sabías que lo buscaban?

¿verdad que El no sabía que lo buscabas?

¿Quién te lo reveló?

¿Acaso un ángel?

¿Volvió el Angel Gabriel para decirte:

 “corre, María, que el Hijo está en peligro”?

¿o fue sólo tu intuición de madre?

Pero en Jerusalén andabas,

¿verdad, María?

Perdona, te pregunto: aquella tarde,

¿dónde estabas, María, aquella tarde?

Porque de algo, seguro, sí que estamos:

si El lo hubiera sabido, si lo hubieras hallado, con El hubieras compartido la Cena, o acaso, ¿te lo hubieras llevado?

¿Dónde estabas, María, aquella tarde?

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Yo estaba, sí...

 y lo estaba buscando,

yo lo sabía, porque una espada,

comenzaba con fuerza a traspasarme el alma.

Yo lo sabía. Las madres no necesitan que les digan si el alma del hijo está agitada,

o su vida en peligro.


Y sabía dónde estaba...

sabía dónde estaba, pero yo no quería

que ninguno me viera.

Bastante ya tenía mi Jesús con la pena

de estar con los amigos en la Ultima Cena,

bastante ya tenía con la traición de Judas;

yo le había dicho que dudara de ese hombre que la última vez que pasó por mi casa no me miró a los ojos, ni pronunció mi nombre.

Bastante ya tenía con la cruz que llegaba,

la cruz que había soñado de pequeño

y cuando la pensaba, turbado buscaba refugio acá en mi seno.

Yo estaba, sí, pero sólo quería, sin que me viera, sin pronunciar palabra, estar junto a la cruz cuando la lanza le rompiera el costado y a mí la espada entera me traspasara el alma.

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