ESPRESSO ESPIRITUAL 21 DE DICIEMBRE
La oración debe salir de un corazón limpio. Debe ser fortalecida por una vida que se esfuerza por obedecer a Dios.
No olvidemos que, aunque la vida es una condición de oración, la oración es también la condición de una vida recta.
El fruto de la oración verdadera es una vida recta. Hace que la persona vigile su carácter, su conversación y su conducta.
Le lleva a andar con cautela y redimir el tiempo. Le capacita para actuar como digno de ser cristiano.
Le da un alto incentivo para seguir su peregrinaje firmemente apartando todo mal camino para andar en la luz de Dios.
Señor, ahora que mis ojos se abren quiero juntar mis manos y decirte:
Gracias SEÑOR, sabemos que cada día caminas con nosotros. Bendícenos y llévanos siempre de Tu Mano.
Laus Deo
Alabado sea Dios
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