==UN MINÚTO CON MARÍA==
28 DE MARZO, 2024
"La llegada al Cenáculo y el adiós de Jesús a su Madre"
En el volumen 9 de El Evangelio tal como me fue revelado*, la tarde del Jueves Santo, Jesús llega al Cenáculo con sus apóstoles y encuentra allí a su Madre. Como Él, María comprende que ha llegado la hora. A pesar de su profundo dolor, no hace ningún aspaviento, se mantiene completamente dueña de sí como su Hijo. Jesús saluda a su Madre y se encomienda a sus oraciones:
“Mamá, vine a recibir de ti fuerza y consuelo. Mamá, soy como un niño pequeño que necesita el corazón de su madre en su dolor y el pecho de su madre para tener fuerza. He vuelto a ser, a esta hora, tu pequeño Jesús de antaño. No soy el Maestro, Madre, soy solo tu Hijo, como en Nazaret cuando era pequeño; como en Nazaret antes de dejar la vida oculta. Solo te tengo a ti. Los hombres, en este momento, no son amigos leales de tu Jesús. Ni siquiera son valientes para hacer el bien. Solo los malos saben ser constantes y fuertes en hacer el mal. Pero tú me eres fiel y eres mi fuerza, Mamá, en este momento, sostenme con tu amor y oración. A esta hora solo tú sabes orar entre los que más o menos me aman. Ora y comprende. Los demás están en sus distracciones, absortos en pensamientos de celebración o pensamientos de crimen, mientras yo sufro por tantas razones.
Muchas cosas morirán después de esta hora. Y entre ellas su humanidad y sabrán ser dignos de mí, todos, menos aquel que está perdido y a quien ninguna fuerza es capaz de hacer volver al menos al arrepentimiento. Pero por el momento siguen siendo personas inconscientes, que no comprenden que voy a morir, mientras se alegran al creer que mi triunfo nunca ha estado tan cerca. Los hosannas de hace unos días los embriagaron. Mamá, es para esta hora que vine y sobrenaturalmente la veo llegar con alegría.
Pero mi ser también la teme porque este cáliz tiene el nombre de traición, negación, odio, blasfemia, abandono. Apóyame, mamá. Como cuando por tu oración atrajiste sobre ti al Espíritu de Dios, para dar por medio de Él al mundo a quien las naciones esperaban, atrae ahora sobre tu Hijo la fuerza que me ayude a realizar la obra para la que vine. Adiós, Mamá. Bendíceme, Madre, también en el nombre del Padre. Y perdona a todos. Perdonemos juntos, desde ahora perdonemos a quienes nos torturan» (§599-4).
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