El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
"Los cinco minutos de Maria"
domingo, 14 de abril de 2019
ORACIÓN PARA EL DOMINGO DE RAMOS.
Remonta, Rey y Señor, a Jerusalén,
porque si no lo haces, tampoco, nosotros,
podremos ascender a la gloria que nos prometes.
Déjate aclamar, aunque suenen a hueco y flameen estériles muchos de nuestros ramos y palmas
Adéntrate camino de la Pasión, porque sin ella, estaríamos descorazonados
y sin posibilidad de billete con vuelta.
No mires, Señor, a la tiniebla que mañana te espera, pues necesitamos de Ti para que, la nuestra, no sea eterna
Te esperábamos, Señor, aunque, hoy te digamos ¡viva! y, mañana gritemos ¡muera!
Hoy nos adherimos a Ti, Señor, para luego, aún siendo los mismos, decir no conocerte
《¡Entra, Rey, amigo y Señor!》
y si te escandaliza este triunfo, cuando tanta sangre espera,
perdónanos, Señor.
Somos así, incluso los que más te queremos
los que en la intimidad, más hemos convivido contigo:
No entendemos esta entrada en humillante pollino no comprendemos el por qué una cruz al mejor hombre nos resistimos al triunfo si ha de pasar primero por la muerte
《¡Avanza, Rey, amigo y Señor!》
Porque si te detienes fuera de los muros de la ciudad el hombre quedará definitivamente sumido en su mala suerte o el cielo puede que se cierre definitivamente la cruz quedará sin nadie que la domine sobre sus hombros
sin poder salvar, así, a toda la humanidad de la incertidumbre que le asola.
《¡Cómo no bendecir tu nombre, Señor!》
Si eres Palabra cumplida al detalle
Esperanza de los profetas
Manos apropiadas para el madero
Cena que, en Jueves Santo, esperamos gustar
Palabras que, en Viernes Santo,
estremecerán todavía más nuestro llanto
¡Cómo no exaltar tu nombre, Señor!
Cuando sabemos, que al final, después de las espinas y del dolor del vértigo y de la muerte
gritaremos lo que Tú, tantas veces nos repetiste: hay que morir para dar abundante fruto.
Y, si algo tienes Tú, Señor, es mucho para darte y otro tanto para exigirte.
Amén.
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