El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
"Los cinco minutos de Maria"
lunes, 15 de abril de 2019
==UN MINÚTO CON MARÍA==
15 de Abril.
“¡La Santa Virgen existe, Dios existe!”
El Dr. Carrel (francés, 1873-1944), uno de los cirujanos más notables de su época, había perdido la fe al final de sus estudios en París, cuando los maestros del positivismo, Berthelot, Taine, Renan, hipnotizaron las mentes de los estudiantes. Según ellos, solo existía lo visible o palpable, lo que era real. Dios, el alma, el mundo espiritual eran solo productos de la imaginación.
Carrel, sin embargo, quería estudiar científicamente lo que estaba sucediendo en Lourdes y los milagros de los que tanto se hablaba. La Providencia intervino. Un médico amigo, que no pudo acompañar en el tren a un grupo de pacientes que iban a Lourdes, le rogó que lo reemplazara y él aceptó. El amigo le encargó especialmente a una joven paciente, Marie Ferrand, casi moribunda.
El viaje fue doloroso. Fue necesario por la noche ayudar a la paciente con inyecciones y lo mismo ocurrió en el hospital. Con dificultad pudo ser transportada a la Gruta. Su rostro, ya cadavérico, su voz imperceptible, todo hacía temer un desenlace fatal. De cualquier forma, la llevaron en una camilla. El doctor Carrel permanecía cerca de ella.
De repente, después de una ferviente súplica a la Santísima Virgen, la moribunda comenzó a hablar: “Me siento curada”, dijo. Carrel al verla se sintió conmovido. La inflamación había desaparecido, la cara le había cambiado de color, los ojos cobraron brillo, el pulso volvió a su normalidad. “Eran las 2:40 —observó Carrel—, a las tres en punto, no podía dudarlo: María Ferrand estaba curada...".
"Y —agregó— comencé a deambular como un alucinado, repitiéndome: ¡vi un milagro! La Santísima Virgen existe, Dios existe... ". Después de una hora de tribulación interior, Carrel regresó a la Basílica y, de rodillas, hizo una ferviente oración a la Santísima Virgen. Dios lo había convertido
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