"Los cinco minutos de Maria"

"Los cinco minutos de Maria"
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.

sábado, 22 de junio de 2019



==UN MINÚTO CON MARÍA==
22 de Junio.

"Proclamación del Dogma de María Madre de Dios en Efeso"

¡Que la Virgen Madre de Dios obtenga para nosotros un verdadero amor de la Iglesia!
¡Que la Virgen Madre de Dios, venerados hermanos, cumpla nuestros votos y nos obtenga a todos el verdadero amor por la Iglesia!
Que podamos escuchar a la Virgen Madre cuya alma más santa, más que todas las demás criaturas de Dios, fue llena del Espíritu divino de Jesucristo; ella que aceptó "en lugar de toda la naturaleza humana que un" matrimonio espiritual une al Hijo de Dios y la naturaleza humana "(Santo Tomás III, XXX, A. I).
Fue ella quien, de una niña admirable, dio a luz a Cristo nuestro Señor, la fuente de toda la vida celestial y ya vestida en su seno virginal con la dignidad de Cabeza de la Iglesia, fue ella quien lo presentó como un recién nacido. al primero de los judíos y gentiles que habían venido a adorarlo como Profeta, Rey y Sacerdote. Fue ella quien, libre de cualquier culpa personal o hereditaria, siempre muy unida a su Hijo, lo presentó en el Gólgota al Padre eterno, agregándole el holocausto de sus derechos y su amor maternal, como una nueva Eva. por todos los hijos de Adán que llevan la contaminación del pecado original; así que la que físicamente fue la madre de nuestro Rey se convirtió espiritualmente en la madre de todos sus miembros, por un nuevo título de sufrimiento y gloria. Fue ella quien, mediante sus poderosas oraciones, obtuvo que el Espíritu del divino Redentor, ya dado en la cruz, fue comunicado en el día de Pentecostés en regalos milagrosos a la Iglesia que acababa de nacer. Finalmente, fue ella quien, al soportar sus inmensos dolores con un alma llena de fuerza y ​​confianza, más que todos los cristianos, la verdadera reina de los mártires, completó lo que faltaba en los sufrimientos de Cristo ... por su cuerpo, que es el Iglesia (Col. I, 24), que rodeaba el Cuerpo Místico de Cristo, nacido del Corazón traspasado de nuestro Salvador con la misma vigilancia materna y el mismo amor con el que ella había calentado y alimentado al niño Jesús con su leche.

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