El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
"Los cinco minutos de Maria"
martes, 10 de diciembre de 2019
==UN MINÚTO CON MARÍA==
11 de Diciembre
"En el centro de la vida de un sacerdote: la cruz, la Eucaristía y la Virgen María"
Durante una Misa en la Basílica de San Pedro en Roma, con motivo del 25º aniversario de su ordenación, el cardenal Robert Sarah habló sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía y el significado del sacerdocio. “El sacerdote vive la plenitud de la alegría en la Misa, que es la razón de ser de su existencia, y le da sentido a su vida”, dijo en su homilía el 29 de septiembre de 2019.
“Durante la Misa diaria, el sacerdote se encuentra cara a cara con Jesucristo y, en ese momento, adquiere su identidad: se identifica con Cristo”. El Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos también afirma que la vida interior del sacerdote debe centrarse en tres cosas: la cruz, la Eucaristía y la Virgen María.
“San Josemaría Escrivà dijo que la cruz de nuestro Señor Jesucristo es la fuente vital del sacerdote, el pilar sobre el que descansa su existencia sacerdotal”. Para él, la cruz hace posible “el nacimiento de la vida divina en nosotros” y la Virgen María, como madre que “nos educa para crecer en la fe”, vela por su desarrollo espiritual.
Y el Cardenal agrega, “sin la Eucaristía, no podemos vivir. Jesús nos revela el secreto de este alimento celestial, que es su verdadera carne y nos anima a vivir en su propia vida, en la intimidad inaudita de su amistad”. El cardenal Sarah también recuerda que el sacerdocio atraviesa hoy una “profunda crisis” y que es necesario rezar por todos los sacerdotes. “El sacerdote es la obra magnífica, el regalo más generoso que Dios ha dado a la humanidad, el tesoro más precioso y sin precedentes en la tierra; el cura de Ars, san Juan-María Vianney, estaba profundamente convencido de ello”.
“En esta Eucaristía, confiamos a la Iglesia y a todos los sacerdotes a la bondad materna de la Virgen María, nuestra Madre y Madre de la Iglesia”.
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