"Los cinco minutos de Maria"

"Los cinco minutos de Maria"
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.

martes, 23 de octubre de 2018



==MARÍA EN LOS ESCRITOS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA==

Anfiloquio de Iconio - (340-400?) 4 de 4

La Santidad de la Virgen

La Virgen, divina Madre, nos presenta siempre estas maravillas con sus sagrados y radiantes fulgores. Porque en ella está la fuente de la vida y de su pecho bebemos la leche espiritual no adulterada: a ella acudimos ahora con la esperanza de gustar su dulzura mediante la gracias los que, conocedores de sus beneficios, confiamos nos conceda lo que al presente con toda humildad pedimos. El reconocimiento de un beneficio en nada impide desear otros mayores; antes bien, los que nuevamente se reciben aumentan con sus nuevos encantos la gratitud por los antiguos y renuevan las alegrías que antes produjeron.

Los cristianos, fieles a la voz de Dios, atienden la predicación divinamente inspirada de los profetas, que pregonan las alabanzas de la Virgen diciendo:

“Santificó el Altísimo su tabernáculo; Dios no se moverá de en medio de él. Un hombre ha nacido en ella; el mismo Altísimo la fundó”

Los enemigos de la verdad entendieron en sentido material estas cosas espirituales… y rehuyeron interpretarlas para probar la santidad de la Virgen. Porque si el hierro extraído de la tierra, puesto en la fragua, pierde al instante su negrura y se aviva de tal manera que, a semejanza de la llama ardiente, abrasa la mano que lo toca y enciende y consume cuanto toca, ¿Qué maravilla hay en que la Virgen, de suyo completamente incontaminada, se purificase sobremanera de todo lo material y terreno al ponerse en contacto con el fuego secreto y ardentísimo de Dios? ¿Qué extraño que, limpia toda ella, resultara su naturaleza espléndidamente adornada con dones tan grandes que la tornasen ajena a toda corrupción? Así como el agua vertida sobre la cabeza del hombre se derrama sobre todo su cuerpo, lo baña y lo impregna, de manera análoga la santificación del Espíritu Divino, inundando a la Virgen, se derramó completamente sobre ella, santificándola por entero, para que siendo tálamo virginal y preciosísimo, pudiese albergar dignamente al Verbo unigénito, Hijo de Dios, a quien se debe todo honor y gloria, adoración y alabanza, en unión del Padre ingénito y del vivificante Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

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