¡Oh Señora y Madre mia!
Con filial cariño vengo
a ofrecerte en este día
cuanto soy y cuanto tengo.
Mi boca para cantarte,
mi voz para bendecirte,
mi vida para servirte,
mi corazón para amarte.
Acepta, Madre, este don,
que te ofrenda mi cariño,
y guárdame como a un niño
cerca de tu Corazón.
Aunque el dolor me taladre
y haga de mí un crucifijo,
que yo sepa ser tu Hijo,
y sienta que eres mi Madre.
En mi pena y en mi aflicción,
en mi vida y en mi agonía,
mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía,
morir sin tu bendición.
Amén.
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