El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
"Los cinco minutos de Maria"
lunes, 25 de mayo de 2020
==31 DÍAS CON LA MADRE DEL REDENTOR,==
DÍA 26: LA RESPUESTA DE MARÍA A LA REVELACIÓN Y VOCACIÓN DE DIOS
María es la primera en participar de esta nueva revelación de Dios y, a través de ella, de esta nueva autodonación de Dios. Por eso proclama: «Ha hecho obras grandes por mi; su nombre es santo». María es consciente de que en ella se realiza la promesa (RM, 36).
¿Qué respuesta da María al Dios que la llama, que se le revela? Ningún relato de vocación termina con una fórmula tan expresiva de plena adhesión a la voluntad del Señor como aquella con la que María se adhiere al plan divino: «Heme aquí, soy la sierva del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho». La acogida de María a la propuesta vocacional de Dios se expresa además en el admirable paralelismo que se da entre las palabras que relatan la vocación y el cántico del Magníficat. Gabriel le pide a María que se alegre, y María responde: «Se alegra mi espíritu en Dios». El ángel le dice que ha hallado gracia a los ojos de Dios, y María lo reconoce diciendo: «Ha puesto los ojos en la humillación de su esclava» Le es anunciado que su Hijo será «grande», y María exclama: «Engrandece mi alma al Señor».La encíclica resalta que María, en la anunciación, recibe la nueva y definitiva revelación de Dios; revelación en la que Dios no sólo se da a conocer, sino que se «autodona». María se ve agraciada con la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre. María se descubre a sí misma en el centro mismo de la comunicación reveladora de Dios al Pueblo; «es consciente de que en ella se realiza la promesa hecha a los padres» (RM, 36).
ORACIÓN:
Cuando nos llamas, Padre, origen de toda vocación, te revelas a nosotros y nos comunicas tu vida; María acogió sin reservas tu llamada, tu autodonación, y quedó plenamente vivificada por ti hasta convertirse en una nueva Eva, madre de los vivientes; ábrenos a ti, que tu Espíritu dilate nuestro corazón para acoger tu vida, tu palabra, y quedar así divinizados y santificados. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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