==UN MINÚTO CON MARÍA==
1 DE ENERO, 2022
María, el más hermoso regalo que podemos ofrecerle a Jesús
Jesús, porque vino a nosotros a riesgo de sufrir y morir, ¡merece que le demos regalos! Este es uno de los significados de la festividad de la Epifanía. Los Magos de Oriente le rinden homenaje y adoración con oro, incienso y mirra. Siguiendo su ejemplo, se nos invita a ofrecerle algo acorde con lo que hizo por nosotros. Queda por encontrar eso que esté a la altura del misterio de la Encarnación por el cual la segunda Persona de la Trinidad consintió en renunciar a sus privilegios divinos para unirse a la naturaleza humana marcada por el dolor consecuencia del pecado.
¿Qué presente sería proporcional a lo que le costó al Verbo hacerse carne, incluso si se hubiera unido a nosotros sin sufrimiento? Aquí conviene responder: el mayor regalo que los hombres pueden darle a Jesús, ¡es María!
Solo la Inmaculada está a la altura del misterio de la Encarnación. Un himno litúrgico de la Iglesia Oriental expresa perfectamente esta verdad: «¿Qué debemos traerte, oh Cristo, que te has encarnado en la tierra por nosotros? Cada una de las criaturas que son obra tuya, en verdad aporta la prueba de su gratitud: los ángeles, su amor; el cielo, la estrella; los sabios, sus presentes; los pastores, su asombro; la tierra, su cueva; y el pesebre, el desierto. Pero los hombres te traemos una Virgen y una madre». Más que oro, incienso y mirra, el verdadero regalo que se le debe dar a Jesús, como tributo, es su propia Madre.
La primera razón es que la Virgen es la «mujer eucarística» (san Juan Pablo II), que da a Dios perfectamente lo que se merece, es decir, el agradecimiento debido por sus acciones a nuestro favor. Sobre todo, la Virgen sin pecado nunca dudó de Dios. Ahora bien, ¿qué nos pide Dios, sobre todo, qué regalo le da más placer? Nuestra fe, simplemente. En la sinagoga de Cafarnaúm, a quienes le preguntaban, «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?», (Jn 6,28), Jesús les respondió: «La obra de Dios es que crean en quien él ha enviado» (Jn 6,29).
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