El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
"Los cinco minutos de Maria"
domingo, 17 de febrero de 2019
==UN MINÚTO CON MARÍA==
=Incluso antes de ser escogida por Nuestra Señora=
No fue su encuentro con la Virgen María lo que hizo de la pequeña Bernadette una santa: la pastorcita ya lo era antes. Es esta iluminación decisiva e inspiradora la que René Laurentin propone en su libro Une petite vie (Una pequeña vida) que narra la vida de santa Bernadette Soubirous.
El padre Laurentin, sacerdote y teólogo (1917-2017), especialista en apariciones marianas, especialmente las de Lourdes, señala en su libro que Bernadette a menudo tuv que contar las apariciones. ¡Las escribió a mano siete veces! El padre Laurentin se esforzó por combinar estas siete versiones en un solo relato. Lo maravilloso, lo milagroso es que Bernadette, en su ingenuidad, estaba lejos de entender al informar que el "nombre" que la "Señora" le había dado en respuesta a su pregunta fue: Que soy era Immaculada Counceptiou (yo soy la Inmaculada Concepción)
Durante ocho años, Bernadette enfrenta los interrogatorios de las autoridades civiles y religiosas. Hoy hablaríamos de acoso. Pero ella no pierde el temple: tranquila, sin exaltación, precisa, sorteando las preguntas capciosas, nos lleva a pensar en Juana de Arco ante sus juece, a veces ignorando la insolencia: “yo soy responsable de decírselo, no de que lo crean”.
Esta es su breve y sencilla trayectoria. Está marcada por la presencia de su biógrafo, que se atreve a usar palabras muy fuertes, las cuales justifica muy bien: “Bernardita es a Lourdes lo que María es a la Iglesia”. Y su convicción, basada en su investigación, nos conquista: incluso antes de ser elegida por Nuestra Señora, "esta sencilla muchacha" ya era santa. Ella oró profundamente, sin quejarse de las desgracias de su infancia, lista para cualquier cosa, pues todo estaba ya ordenado para seguir la voluntad de Dios
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