¡Benignísima Madre de Misericordia!
Hija de Dios Padre,
Madre de Dios Hijo,
Esposa del Espíritu Santo,
Noble descanso de toda la Santísima Trinidad, elegida del Padre, preservada por el Hijo y amada del Espíritu Santo.
Vos sois en las cosas dudosas nuestra luz, en las tristezas das consuelo, en las angustias alivio, y en los peligros y tentaciones fiel socorro.
Sois Paraíso de gracias y espírituales dones. Bienaventurados los que de veras os aman y sirven, y los que por santidad de vida se hacen siervos y devotos vuestros, a vuestra piedad, pues, recurro, Reina y Señora mía, para que me enseñéis, gobernéis y defendáis en todas las horas y momentos de mi vida; suplicándoos, humildemente ahora me alcancéis de la Majestad Divina la gracia que al presente os pido, si conviniere para bien de mi alma y si no conviene, vos, como Abogada mía, dirigid mi voluntad sólo a lo que sea honra y gloria de Dios, y salvación de mi alma. Amén.
El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
No hay comentarios.:
Publicar un comentario