"Los cinco minutos de Maria"

"Los cinco minutos de Maria"
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.

viernes, 17 de enero de 2020



==LA OBEDIENCIA, EL MÁS BELLO TÍTULO DE GLORIA DE MARÍA==
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La desobediencia de Eva, la obediencia de María.
La desobediencia de la primera Eva introdujo en el mundo el pecado y la muerte, y fue la obediencia de María, la segunda Eva, lo que restituyó a los hijos de los hombres la vida eterna y la salvación.
Analicemos esta afirmación. En el solemne momento del cumplimiento de las promesas mesiánicas, Dios puso su mirada de complacencia sobre la humilde Virgen de Nazaret, y en los secretos de su infinita misericordia la escogió para ser Madre del Verbo Eterno, confiando al arcángel san Gabriel la delicada misión de comunicarle su voluntad.
En el Paraíso Terrenal, el mismo Dios dio una prohibición expresa a la primera Eva, con la amenaza de una terrible sanción: "De todos los árboles del Paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día de que el comieres, ciertamente morirás" (Gen 2,16-17). No obstante, la desafortunada madre de los hombres desobedeció a su Creador.
A María, por el contrario, Dios, por su mensajero celestial, se limitó a expresarle un deseo del cual Ella podría desembarazarse sin incurrir en maldición ninguna: "El ángel le dijo: No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús" (Lc. 1, 30- 31). Si vemos a la dulce Virgen quedar atónita por un instante, no es por la duda ante la voluntad de Dios, ya que solamente su incomparable humildad y delicada pureza la hacen temer la insigne honra de la maternidad divina.
¡Oh Virgen bendita, apresuraos a responder la voz de Dios! La tierra, los infiernos y el Cielo mismo esperan la palabra de salvación que debe brotar de vuestros labios. ¡Dejad de temer, oh prisioneros de la muerte y del pecado! María obedeció, e inclinándose en un acto de adoración y de amor, dijo: "Fiat mihi secundum verbum tuum" - "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Entonces, el Verbo se encarnó y la salvación habitó entre nosotros.

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