"Los cinco minutos de Maria"

"Los cinco minutos de Maria"
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.

viernes, 24 de enero de 2020



==LA OBEDIENCIA, EL MÁS BELLO TÍTULO DE GLORIA DE MARÍA==
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Imitemos el "Fiat" de María.
Hermanos, delante de ese cuerpo mártir de la obediencia, recojámonos y escuchemos la voz que sube del sepulcro de María. ¿Entendéis cómo proclama el gran precepto de la obediencia? Dios también nos habla con frecuencia a nosotros, cristianos. Unas veces por los preceptos, otras por los consejos, directamente o por medio de su ángel, la Santa Iglesia. A ejemplo de María, obedezcamos generosamente, respetemos la Ley de Dios y de la Iglesia diciendo de todo corazón nuestro "Fiat".
A veces la Providencia nos impone las privaciones de la gruta de Belén. No nos rebelemos, sino por el contrario seamos obedientes en la pobreza y el sacrificio. ¡Felices de vosotros, desheredados de este mundo, que compartís con vuestro Salvador y la Virgen Bendita las penurias de Belén! ¡Resignaos y bendecid a Jesús, bendecid a María, que os asocian a su pobreza!

Pero aunque no participéis en las penurias de Belén, a todos Dios nos ordena ir al Templo a purificarnos de nuestros pecados. En ciertos días la voz de Dios se muestra más solícita, sobre todo en la Pascua y en las otras grandes fiestas del año litúrgico. Si oímos ahora la voz de Dios no endurezcamos nuestro corazón; más bien, con humildad y obediencia acerquémonos a los sacramentos de la salvación.
Reiteradas veces Dios envía su ángel para mandarnos abandonar el pecado, enemigo declarado de nuestra alma, y huir de sus funestas ocasiones. Será necesario "entrar en Egipto", es decir, en la oración y en la penitencia, tierra de salvación.
Otras veces, la voluntad de Dios va más lejos y nos llama a subir el calvario para quedarnos junto a la Madre Dolorosa, al pie de la Cruz. ¡Éste, sobre todo, es el momento de saber obedecer! Lloremos con María. Las lágrimas son muy naturales para no ser bendecidas por Dios. Resignémonos e inclinemos nuestro corazón en adoración y esperanza.
Por fin, un día Dios nos hablará por última vez y nos enviará el ángel de la muerte. No nos rebelemos, sino seamos valientes y obedientes, como María, y entreguemos dulcemente nuestra alma en las manos de nuestro Dios: "In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum" - Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu.

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