El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es Maria, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos. ==SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO==
"Los cinco minutos de Maria"
jueves, 11 de julio de 2019
==HACIA ELLA DEBE DIRIGIRSE NUESTRA MIRADA==
"¡Oh altura incomprensible! ¡Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza inconmensurable! ¡Oh abismo insondable!". 5 Es lo que exclama quien piensa en María Santísima.
No ha habido en toda la Historia un santo que no la haya alabado; no hay ángel en el Cielo que no la haya proclamado bienaventurada; no existe rincón en este mundo donde no le sea rendido culto; aun así, afirman San Bernardo, San Luis Grignion de Montfort y con ellos toda la Iglesia: "De Maria nunquam satis". Por mucho que esté presente en nuestras vidas y oraciones, jamás nos saciaremos de Ella.
En el Hijo y por el Hijo, la Santísima Virgen es Señora de toda la Creación. De ese modo, el culto a María se ha convertido en la llave de nuestra salvación, conditio sine qua non para que los descarriados hijos de Eva venzan las tribulaciones de este mundo y lleguen seguros al puerto deseado.
Seamos, pues, hijos amorosos de Ella y apóstoles inflamados de celo por la propagación de la devoción mariana, sabiendo a ejemplo de San Bernardo de Claraval, proclamarles a los hombres: "Tú, quienquiera que seas y te sientas arrastrado por la corriente de este mundo, náufrago de la galerna y la tormenta, sin estribo en tierra firme, no apartes tu vista del resplandor de esta estrella si no quieres sumergirte bajo las aguas [...], invoca a María".6
Hacia Ella, que posee el cetro de Dios en sus manos y gobierna la Historia, debe dirigirse nuestra mirada de súplica. Ella es la Reina de todos los corazones, hasta de los más empedernidos; Ella es la Madre de bondad, que abate nuestras miserias y les da apariencia de belleza ante Dios; Ella es la luz de la Iglesia, "hermosa como la luna, refulgente como el sol, imponente como un batallón" (Cant 6, 10), contra la cual las tinieblas jamás prevalecerán.
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